martes, 29 de mayo de 2007

CUENTO, TITULO: "PENDEJO"



I
Una hebra de luz tenue apenas se cuela por la ventana. Un poco de aire frió entra por debajo de la puerta para convertirse en un escalofrío que me recorre el cuerpo. La orquesta de clacksons acompañada del zumbido de los autos me da los buenos días y, por supuesto, cuanta grosería de cualquier conductor neurótico.

Siempre me molestaron las groserías. No sé. Me ponen de nervios, me alteran y me dan ganas de golpear el rostro del que las vocifera. Darle un puñetazo con tal fuerza como para restregarle cada letra, morfema y silaba de su pinche grosería. Sin embargo no podría culparlos del todo. Debo admitir que me resulta bastante placentero sollozar un "pendejo" mientras de reojo miras al pendejo que hizo, ó te hizo, alguna pendejada.

Creo que es medio día el cuerpo me duele de dormir tanto tiempo. El lado izquierdo de mi rostro esta marcado. No necesito tener un espejo a la mano para darme cuenta. Mis dedos sienten líneas rugosas sobre mi rostro (seguramente están rojas ó casi moradas) Esas cosas se saben. Además es mi cuerpo y lo conozco bien.

¡Carajo! son las 12:25. Asesine el sol de la mañana, atascado entre las sabanas. Odio cuando eso pasa, pero al final siempre pasa lo mismo. Cuando uno comete los mismos errores día tras día, y el cambio no es una opción viable, hay que encontrar respuestas económicas. ¡Si eso es! Una dosis de "filosofía" del perdedor, no cae mal, en casos como el mió. Así, si mañana ejecuto el mismo error, ya no me molestare por cometerlo. No importa si desperdicie medio día en dormir, cada día hay menos cosas importantes por hacer.

Ya casi es final de mes y tengo que pagar el alquiler. Cosa que me resulta indiferente. No obstante, crea algún tipo de malestar en mi estómago. Que siempre termino por disipar con otras ideas en mi mente. Pobre panza siempre resiente todo. Todas las emociones más desesperantes se sienten en el estómago, siempre ahí, retorciendo la tripa con sus emotivas reacciones ácidas. Al menos por eso trato de respetarlo cuando desayuno. Es lo mínimo que se merece, un poco de fruta algo pasada, y un plato de corn flakes, y ¡listo! a dar el rol por la ciudad.

II

Es lunes, aunque tengo más de 5 años que no voy a la escuela y casi un año sin un trabajo estable con semana inglesa. Aún me da el mal sabor de boca que provoca el lunes a cualquier estudiante o trabajador. Los lunes son amarillos claros y siempre hace un poco mas de viento de lo normal. La tarde se escurre lenta y aburrida. La ciudad antes de medio día es silenciosa. Seguramente por que la gente habla de más los fines de semana y el regreso a la rutina de entre semana es una bofetada fría para todo el mundo. Cuando uno siente frió en los labios es preferible callar, suspirar, bajar la cabeza y seguir caminando. Las palabras frías son mediocres para conmover a alguien. Cuando se habla con la lengua fría, la gente no entiende ideas y jamás se gana alguna discusión sin calor en los labios.


Me contaron que mi amigo Luís estaba algo enfermo, creo que lo visitaré .Probablemente sea la “malilla” involuntaria. La última vez que lo vi, vino a mi casa y su aspecto era bastante desagradable. Tenía su pantalón arrugado, con tierra húmeda impregnada, algunas manchas verdes ciertamente de pasto y sus labios muy resecos. La mezcla de su propia orina con la tierra de algún picadero o patio baldío y el aroma viciado de su ropa, encuadraban una imagen bizarra de lo que era mi amigo.
Me pidió algo de dinero, cosa que de antemano los dos sabíamos que no tenía. Me imagino que Luís ya había descartado sus primeras opciones y seguramente le negaron la ayuda, así que solamente quedaba yo. Nos conocemos desde niños. Sabía que de alguna manera lo ayudaría. Lo único que pude hacer por el fue regalarle un suéter y un pants “limpios”, bueno no tan sucios, así tendría un poco mas de suerte a la hora de mendigar una lanita. La gente siempre se fija en la apariencia y hasta un mendigo limpio tendrá un poco mas de éxito que un mendigo orinado y mugroso. Las cosas siempre han sido así y siempre seguirán siendo así, la vida no es justa y uno termina por acostumbrarse a esa pinche idea.

III

Son las dos de la tarde, estoy esperando el camión azul que me llevará a cualquier lugar. Cometí el error de esperar el camión a esta hora. Cuando es una hora en punto de entre las siete de la mañana hasta las siete de la tarde, (a excepciones de un par de horas antes de medio día). Hay demasiada gente y todo mundo se aglutina para pelear un espacio en el camión. Puede ser un espectáculo algo deprimente y molesto, ó bastante gracioso. Hace tiempo que lo tomo de la segunda manera. En la batalla por el espacio, las mujeres dejan de ser damas, los hombres dejan de ser caballeros y todo mundo, hasta los niños se convierten en guerreros. Es raro, pero podría decir que en esta lucha por entrar al autobús se vive un momento de equidad de género e igualdad de clase, algo que resulta paradójico. Pero para mi causa bastante cómica y placentera.
Los más fuertes y astutos al final tienen su recompensa: un espacio asfixiante y un pedazo de tubo para sujetarse…
Ya adentro se forma una pequeña marea de brazos y cuerpos con aromas de todo tipo. Las estudiantes perfumadas, el sudor natural de los Albañiles regresando de la construcción, el aroma a plomo de los empleados de las fábricas y uno que otro haragán de poca higiene como yo, forjan una pasta húmeda de fragancias ácidas y volátiles al que uno termina por habituarse.

¿Que importa si se pierde algo de dignidad? La gente no quiere perder más tiempo, que al final es su más dulce y verdadera recompensa, unos minutos extras de tiempo. Su trabajo ya les nublo el sol de la tarde y no se pueden dar el lujo de perder el poco calor que emiten los efímeros rayos del sol del ocaso.
Por cierto acaban de cambiar el tipo de camiones, ahora son más grandes y ostentosos. Cualquier persona a su lado parece un bicho insignificante. Cada día la maquina es más grande y el hombre más pequeño. Es la grasienta idea de moda a la que nos estamos adaptando.
IV

Después de dejar pasar un par de camiones, tome uno casi vacío. Al pisar el primer escalón del camión, el chofer empezó hecho andar su animal de metal. Siempre hacen lo mismo, por ello me prevengo sujetándome a la barra de metal que esta al lado del chofer para no caerme. No me gusta poner cara de idiota cuando me asusto. Y en ese momento se presenta la oportunidad de sollozar el “pendejo” que relaja mi coraje.

Por lo general trato de sentarme en la parte trasera donde hay menos gente, creo que es lo mejor para todos. El sonido del motor del autobús deja de molestarme después de unos minutos de abordarlo. Conforme el camión se llena de pasajeros, mi espacio corre peligro. Sé que es inevitable, tarde o temprano alguien se sentará junto a mí. Opto por mostrar indiferencia pero la ansiedad me viste por dentro, no obstante logro calmar las constantes flexiones de mis rodillas. Prefiero imaginar que será una mujer y si es de buen ver con piernas firmes y jugosas mejor. Al menos así tendría algo interesante que ver durante el trayecto. Pero con este maldito frió las mujeres no usan faldas así que mi único motivador dentro del camión se advierte como una causa perdida.

Por fin el camión me acerco a algún lugar que me resulta familiar, y ¡sí! el autobús se llenó. Pero nadie se sentó a mi lado. El único asiento de dos espacios que solo llevaba un pasajero, era el mio. La única persona de pie era una bella joven de preparatoria pero prefirió ir de pie que sentarse a mi lado. Y de nuevo de mis entre dientes se libera mí bien amada palabra volcada con todo su esplendor y majestuosidad sobre la púberta mamona: ¡pendeja! Lo bueno es que no discrimina géneros y aplica a todos por igual. No seré muchas cosas, pero si soy un tipo equitativo y justo…


Equivoquense!!!!

Mugrositos....

jajajaNota: Vuelvo a aclarar que es tan sólo un cuentito pero no descarto la posibilidad que sea Erick 2020 jajaja .... shales ='(

3 comentarios:

Ester Espinoza dijo...

Esta weno, jaja, hasta temi, que al final fuera a decir Vargas Llosa o Fadanelli o no se, algo asi. Muy weno.

Anónimo dijo...

Unas telarañas van, otras vienen, limpio un poquito por aquí, otro poquito por allá, faltaría uno que otro cuentito allá arriba, un florerito en el centro no estaría nada mal, otro protensayo de la realidad en una esquinita, ah.. y un poema, eso sí, no debería faltar un poema.
Saludos "1010"

Todos tus muertos dijo...

Jajaja, no lo había leído. Pinche irrespetuoso!!! Definitivamente la literatura es la única herramienta que nos queda a los pobres de espíritu. Sigo ´riéndome, a ver si algún día lo puedo hacer. Ciao, viejo.