martes, 1 de junio de 2010

soledad madera seca


Escribo y le niego el infinito a la página en blanco. Crujen los días en el cuerpo como barca abandonada sacudida por el viento. Hace días que no me visitas y en el desierto solo hay huellas que desvanece la distancia. Se ha hecho estrecho el camino que te conduce a esta habitación sin luces. Me hago invisible en tu conciencia. En mis paredes aun restan varas de  soledad, madera seca, combustible de este último fuego que me aleja de ti. De esta mujer que desconozco de pretextos secos y sarcasmo herido. De  besos flemáticos y  despedidas insípidas. Se hace espeso el rio en donde nos bañábamos dos veces uno.

Ahora soy un hombre que  deambula herido al filo de las cárcavas abiertas de tu cementerio,  que prefiere el terror de una muerte en solitario, el dolor que se manifiesta en el cuerpo sin colgarse a una idea, las fauces del olvido royendo mi cabeza. Prefiero la lucha natural de un organismo aferrado a la vida antes que un amor tibio que camina muerto

1 comentario:

marcuse dijo...
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