Escribo y le niego el infinito a la página en blanco. Crujen los días en el cuerpo como barca abandonada sacudida por el viento. Hace días que no me visitas y en el desierto solo hay huellas que desvanece la distancia. Se ha hecho estrecho el camino que te conduce a esta habitación sin luces. Me hago invisible en tu conciencia. En mis paredes aun restan varas de soledad, madera seca, combustible de este último fuego que me aleja de ti. De esta mujer que desconozco de pretextos secos y sarcasmo herido. De besos flemáticos y despedidas insípidas. Se hace espeso el rio en donde nos bañábamos dos veces uno.
martes, 1 de junio de 2010
soledad madera seca
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