ya no se siente la furia que empuja la palabra
ahora un engrane de lenta soledad y un motor de dulce tristeza
ponen a girar la imprenta de metáforas y signos
perdidos en el laberinto de la coherencia
estoy cansado de estas pequeñas derrotas consecutivas
nombradas horas
de comer esa sopa de letras que venden en el mercado
de la realidad
donde todo es absolutamente relativo y
pragmáticamente hueco
ahora prefiero escuchar al viejo rancio
mientras azota su verdad de sangre en la jeta del mundo
para hacer mella en los huevos craquelados escepticismo
puedo verlo saltar en los meteoros de su propio abismo
un zaratustra que salpica miel en cada salto
lo prefiero por encima del filósofo complaciente
que bebe todas las posibilidades
verdades de segunda mano que inundan
los pulmones de su espíritu
para ahogarse de sentencia ajena